Madrid es una manzana podrida y por cada boca de metro asoman gusanos malolientes desde primera hora de la mañana, cabezas enormes pero huecas, no-pensantes...
Otras veces, Madrid tiene piel de melocotón y, al atardecer, los brazos se funden en abrazos largos y las sonrisas atenuan el sonido del tráfico.
Depende.
Del día.
Y de la hora a la que te encuentro, de eso también depende.
mi hogar en cualquier sitio
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*a Sendoa Bilbao*
«El día más insospechado
me desperté con la entereza
de no hablar más de mi pasado
y perdí peso en la cabeza».
Antonio Vega
Aprendí hac...
Hace 2 semanas