jueves, 7 de enero de 2010

Volver, volver, volver...


No conozco a nadie que esté triste porque se haya acabado la Navidad. Personalmente estoy triste porque tengo que trabajar y estudiar, aunque hay una parte de esta rutina que es refugio lleno de sonrisas y agradezco evitar los empachos nocturnos que van subiendo la agujita en la báscula nada discretamente. Estos días fueron intensos, con luces y sombras: una dosis "precisa" de familia, una visita que ha dejado muy vacía mi casa y un viaje sin atisbo de Navidad para acabar el 2009 rodeada de alegría y buen rollo.

Y volver, volver, volver... como dice la canción. Aterrizar en un 2010 que, de seguro, viene cargadito de sorpresas.
El año pasado me tomé un ratito para pensar en qué le pedía al 2009, algunas cosas sucedieron, otras no... este año aún no me he parado a pensarlo, creo que porque traigo del anterior un buen sabor de boca. ¡Y que dure!