viernes, 12 de diciembre de 2008

Ni una gota más...

No cabe una lágrima más
en tus ojos de oceáno
y, sin embargo,
no lloras.
¡Llora!
No te desbordes,
¡llora!

Cada una de las penas ajenas
suben contigo a la báscula
por las mañanas
y vas y dices que engordas...
¡Mentira!
Te engordan las penas ajenas.

¡Llora!

¿Por qué no sabes llorar?
1
2
3
¡Llora!
Desata la rabia,
deja fluir la pena,
no temas estar llorando días,
estaré a tu vera...

Para mi espejo
(y para mi).

jueves, 11 de diciembre de 2008

Palabras como puentes




Tiene una cajita llena de palabras
guardada debajo de la almohada.
Tiene muchas, a pesar de su corta vida.
Algunas salen deformadas
sin h,
con k,
sin tilde...
rebeldes, desmelenadas, gritonas, cautivadoras,
cultas, profundas, ... ¡directas y sinceras!

A veces, abre la caja y las más rebeldes
y alborotadoras
se pelean dando codazos por ser las elegidas
y ella las lanza desde su garganta
en un grito cibernético
en forma de poema desestructurado
que algunos escuchan
y consuelan (o no).

Otras veces las palabras se transforman
en nota musical
y vuelan desde su saxo
en forma de melodía.
Lloran, gritan, se contonean en el aire,
hacen volteretas y vuelan,
vuelan,
vuelan...
En libertad.

Abriste la caja y dejaste volar tus palabras.

Palabras como puentes
que aproximan generaciones,
definen ideologías y retos,
aplastan mentiras,
destrozan hipocresías,
aniquilan mitos insanos,
ilustran sueños,
retroalimentan ideales,
calman ansiedades,
iluminan caminos,
bailan con risas,
tejen,
tejen,
tejen vínculos...

Atesorar palabras
para ser más libres,
para que se expresen nuestras entrañas
y alguien, al otro lado,
abra su caja y responda
en el mismo idioma.

"Podrán cortar todas las flores, pero nunca terminarán con la primavera". Che Guevara.

* El título de este post es un "plagio" del título de un cuento de Benedetti: "Puentes como liebres".



miércoles, 10 de diciembre de 2008

Si gritando cambiara algo...

tendría que aprender el lenguaje de los sordomudos mañana mismo.
Pero, no, gritar no soluciona nada.
Romper contra la pared el espejo que refleja tu cara y olvidar. Ese
es el único antídoto contra esta hemorragia que me desangra
las entrañas y me daña, me daña, me daña...

martes, 9 de diciembre de 2008

Insomniaciones

Al caer en el fondo de la piscina sin agua,
el cuerpo se descompuso en 1000 extremidades
algunas chocaron contra las paredes
azulejadas en verde y blanco,
otras rebosaron el borde
y se extendieron por los aledaños.

Al meterme en la cama, vacía de todo,
espejo de la nada,
mi cuerpo se descompone en 1000 pedazos
que rebotan contra la almohada
o se expanden por la atmósfera
de esta habitación que contiene mi vida.

Al dispararle en la sien
sus neuronas flotaron en el aire
y quedaron suspendidas del espejo
de su último aliento
tiñendo su mirada de odio y dulzura
al mismo tiempo...
Arrebatándolo el conocimiento.

Al colarse tus palabras en mis oídos
los reventaron e hirieron de muerte,
los sodomizaron,
hicieron de ellos marionetas sin hilos,
niños sin sonrisa,
mariposas sin alas,
notas desalojadas de su partitura.

Al arrancarle la lengua
le dejaron sin voz,
las palabras murieron ahogadas
en su chimenea callada,
la sangre del desgarro
llegó hasta su estómago
convirtiéndolo
en un drama.

Al entregarte mis palabras
te regalo mi vida,
te entrego lo único que poseo,
lo único que me ocupa
noche y día,
lo único que me llevo
al paraíso de mis sueños
despierta y dormida.

En mi huida
alojaré mis palabras en mi garganta
sangrante,
mientras las tuyas zumban en mis oídos
y me enloquecen con sus gritos
de promesas incumplidas.
En mi huida
no volveré la cabeza hacia atrás
no te dejaré ver mi sien fusilada
de miradas incoherentes.
En mi huida
saltaré a la piscina sin agua
y regalaré mi vida a los baldosines
verde esmeralda
que se teñirán de vermell
y llorarán la tuya...
anterior a la mía.

Noche de insomniaciones,
de opiones,
de desilusiones,
de pesadillas,
de frustraciones,
de locura,
de dioses,
de emociones,
de una única ausencia que pesa,
de anhelos que me calzo
cada mañana
y abandono cada noche
antes de morir sobre mi almohada.

Azúcares como hombres



El azúcar moreno tiene un sabor potente, se disuelve en el café o la leche pero siempre deja restos en el fondo de la taza... se resiste a desaparecer por completo. Su cuerpo y su color son inolvidables. Si estuvo, se le recuerda. Algunos de sus granos, normalmente gordos, se quedan entre los dientes donde, horas después, comienzan a deshacerse rememorando lo que fue, convirtiéndose sobre la lengua en caramelo pegajoso que se resiste al trago de agua, que pretende aclarar la garganta, repitiendo un "pasé por tu boca" eterno...


El azúcar blanquilla, el más usado y común, no se resiste al calor de los líquidos sobre el que es arrojado por la cucharilla de turno, tampoco defiende su entidad ante las cuchillas de la batidora que lo mezcla con los huevos y la harina y lo convierte en un ingrediente más de las galletas o el bizcocho. Se deshace, se esfuma, no deja huella, puedes repetir una y mil veces, de hecho, repites. Quienes echan una cucharilla, echan dos y tres poco después. Está ahí, sin más. De hecho, estuvo siempre. Los terrones quedaron anticuados ante los atractivos envases del azúcar moreno...


El azúcar refinado se ha sometido a una y mil operaciones para agradar y no se sabe muy bien si es azúcar o qué es... Perdió su identidad en la refinería y ahora cuentan con él en escasas ocasiones porque tan refinado es que no encaja en ningún pastel convencional.


El azúcar glas espolvoreado sobre pasteles, tartas, bizcochos y otros manjares despierta el amor a primera vista y colma el sentido del gusto en cuanto penetra en nuestra boca bien acompañado. No empalaga, no está de más, pero se le puede echar de menos. Sutilmente se expande por nuestro paladar y sutilmente se cuela entre nuestras papilas gustativas... Lo único no sutil son los restos que deja en las comisuras de nuestros labios, en nuestros dedos... en los lugares adonde llevamos estos. El azúcar glas es la clase supra de los azúcares. Sensible, dulce (que no dulzón), casi transparente, si has aprendido a usarlo, no puedes dejarlo de lado. No se dejará nunca convertir en caramelo, ni fundir con huevos o harina pero será la capa final de tantas y tantas noches...


Se me antoja que el azúcar glas es polvo de luna llena en esas noches en las que la vemos difuminada.







lunes, 8 de diciembre de 2008

Café cubano

La mariposa que cuelga del techo
proyecta una sombra no interpretable
en esta mañana de lunes - domingo
mientras acompasadamente
la sábana sube y baja
siguiendo el ritmo del pecho
que arropa.

Fuera llueve,
dentro el aire hierve...
en las pompas de vapor
se esfuman los sueños
de otros lugares,
otros cuentos,
otros manjares,
otros cuerpos.

El sabor del café cubano
me acompaña en la huida.

Interpretar, reír la realidad,
huir del mismísimo miedo
y gemir en el momento evidente.

El sabor a frambuesa
perfuma la madrugada tardía.

Callar lo insoñable,
lo que no pertenece,
llorar en silencio
lágrimas con nombre y apellido,
esconder los anhelos
detrás del espejo.
Dejar que se quiebren
y bajarlos puntualmente a las 9
con el resto de la basura
que quedó prendida en tu pelo.

Ronronear como gato en celo
y mirar en silencio
al espejo del futuro incierto
en paraíso lejano,
sin nombre aún.

Añorar una voz
y un calor
a pesar de dormir
acunada por las llamas
del infierno.

Y desear no estar,
una vez más...