Van cayendo pausadamente. Miro a través de la ventana de la oficina y siento paz.
Los recuerdos me vienen a visitar en esta mañana de viernes (esperando a Noe).
Recuerdo las nevadas de Soria, la primera vez que viví una nevada en la ciudad.
Levanté la persiana y todo estaba cubierto por una espesa capa de nieve. Ir a la
universidad era un deporte de alto riesgo. Nos veíamos "obligadas" a arremolinarnos
alrededor de la mesa del salón de la casa de Dovidena comiendo chocolate con churros
y contando lo poco que no nos habíamos contado de nuestras vidas, hasta entonces,
poco más que adolescentes... ante la atenta mirada de Janis Joplin, en una de sus fotos
más hermosas, colgada sobre el sofá.
Recuerdo también las nevadas de Alemania, eternas desde el lado caliente del cristal.
Aquel invierno que duró 8 meses y tiene sabor a chocolate y ositos Haribo en mi memoria.
Manualidades y cuentos, chocolate y gominolas, noches frente a una copa de vino blanco
desenmascarando miedos, tabúes y complejos con la ayuda de una mujer inmensa, Rosi.
Nunca eché de menos la nieve pero ahora que veo nevar siento nostalgia de aquellos
otros momentos de mi vida.
Si pudiera, correría a despertarte para que disfrutes de este amanecer blanco calma y
me tomaría contigo una taza de chocolate, porque me gustas cuando me sabes a chocolate.
¿el infierno son los otros?
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El gato era pequeño. De tan pequeño, podríamos asegurar que sólo tenía
cabeza. Ni tronco ni extremidades, sólo cabeza. Estaba hambriento, era
evidente, s...
Hace 3 semanas