Atardece en Castilla,
el tren surca rápido sus campos
secos,
amarillos,
desolados,
el horizonte lo marca una gruesa capa gris plomizo...
El invierno es duro,
y las despedidas también.
Atardece y en el mercado de Navidad
unas manos dan vida
a una marioneta...
Me miras,
te miro,
me sonríes y pronuncias esa frase
que sólo conoce tu boca:
"Lo viste? No son necesarias las citas,
la vida es sabia,
la vida te trae y
te lleva".
Te sonrío
y admiro tu sabiduría.
En silencio, te admiro.
Admiro tu vida en una mochila
y tus manos que dan vida
a personajes de cuento...
inventan historias
y dibujan sonrisas.
Me miras a los ojos
y me preguntas:
"Cuando andás a conquistar el mundo?".
Y no te respondo
porque, de repente, lo único que queda
de mi es una niña pequeña...
No te respondo,
esbozo una sonrisa
y me preguntas:
"Lo has encontrado?"
y te respondo: "Quizás..."
y entonces me abrazas,
me das de tu mate
y brindamos
por todo eso que nos espera
a la vuelta de la esquina,
por todo eso que esperamos
a la vuelta de la esquina,
por todo eso que nos espera
más allá de este mercado de Navidad...
Y por las citas que pone la vida,
sabia.
Yo guiño un ojo a tus ojos de mundo
y, al decirte adiós,
me siento pequeña...
Quizás vuelva algún día una mujer
a mirarte a los ojos,
quizás...
mientras tanto me sueño personaje
de tu cuento de mundo.
Atardece y me pierdo entre la gente
sonriendo
y buscando las estrellas en el cielo raso
de la ciudad en la que más desconocida
me siento...
Y, tienes razón, confío en la vida
y en su sabiduría... que nos trae y nos lleva,
que te llena las manos de vidas de marioneta
y te acerca de vez en cuando...
como una ventana que se abre y deja entrar
el aire más fresco,
como un velero que sueña viento,
como una niña que se sueña mujer
en tu cuento.
Gracias. Por aparecer.
¿el infierno son los otros?
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Hace 3 semanas