... habitar en un cartabón
decorado a mi antojo:
un disfraz de Alicia al cruzar el umbral;
en el salón,
luz de velas que huele a naranja y canela,
un ajedrez de juego de suelo
y cientos de libros
sin orden ni concierto;
en la cocina,
olor a zanahorias, sandía y fresa,
sabor a café
y pan recién hecho;
en la habitación,
una manta de piel
y una mariposa que con movimiento pendular
le baile tangos a la luna,
única lámpara de techo,
como despertador, el sol,
en el armario,
toquilla naranja
y 1000 vestidos,
sobre la mesilla,
artilugios quitapenas
y girasoles.
Cartabón refugio de princesas traviesas y hadas,
de duendes y artistas invitados,
merendero para mentes inquietas y corazones blandos,
playa nudista de la luna,
epicentro de un sueño.