viernes, 15 de marzo de 2013

Un viaje en Metro metáfora de la sociedad actual

Vuestros ojos pegados a frías pantallas en color de iPhones, iPads, iPods, Kindles, eReaders, Tablets,... y otra serie de artilugios que nunca os secarían una lágrima, si la cayerais, ni os darían la réplica a un chiste, que tampoco os agradecerán nunca un gesto de humanidad.

(¿Humanidad? Eso iba de "humanos", ¿verdad?).

Mientras tanto una mujer con las piernas hinchadas por los años y el trabajo, por los madrugones de días infinitos y semanas que discurren una tras otra sin la pausa necesaria de las vacaciones, sube al vagón, os mira cansada, se aferra a un hueco en la barra y cierra los ojos. Le interrumpe mi voz ofreciéndole mi sitio y, al levantarme, me agarra para apoyarse en mí y acercarse a ocuparlo sin caerse con el traqueteo del tren, y me da las gracias con una sonrisa enorme de dientes blanquísimos y ojos cansados.

Viajar en metro es toda una metáfora de la sociedad actual. Todos tan inmersos en nuestros problemas, ahogando nuestras penas en artilugios que nunca empatizarán con nosotros, ni nos harán una caricia en la mejilla que sirva para relajarnos y sentirnos acompañados, pero que tampoco esperarán nada de nosotros. ¿De verdad no tenemos tiempo para mirarle a la cara y cederle nuestro asiento? ¿Acaso nuestras piernas de oficinistas treintañeros no nos sujetan durante 10 minutos y nos dan la oportunidad de morder un poquito de esa palabra "humanidad"? Estamos perdidos y, lo peor de todo, perdidos en la soledad de la sociedad virtual. Cada uno por un lado con nuestros iPhones, iPads, iPods, Kindles, eReaders, Tablets,... ciegos. Inhumanizados.

martes, 12 de marzo de 2013

Martes nublado o cómo no ser capaz de asumir el amor mayúsculo... EL AMOR MAYÚSCULO

Te ríes cuando te cuento que hace años quería un perro de las praderas y que, tiempo después, me entretuve tirando el dinero tratando de alisar lo que no es alisable en mis cartucheras... Te ríes, cabeceas, me miras y sé que lo que te cuento de mi vida sin ti no es suficiente para que te hagas una idea de cómo era mi cabecita de cristal, soñadora y transparente siempre, y sobretodo llena de mercancía frágil.

Muchas veces hemos hablado del momento en el que nos cruzamos y hemos concluido siempre que antes hubiera sido imposible. Con el tiempo soy más y más consciente de hasta qué punto yo no estaba preparada para algo así... Leía, escribía, hablaba de VOLAR pero no tenía ni idea de lo que eso significa realmente, VOLAR CONTIGO es vivir llena de sonrisas, es apartar a manotazos todo lo que cuestiona mi forma de ser y acceder al mundo por la puerta de la tolerancia.
Quizás por eso, en días nublados como hoy, me entretengo pensando que en mi afán por conseguir mi licencia de vuelo, la inexperiencia me llena de pánico porque conozco cómo es esa existencia pedestre y no la quiero.

Quizás por eso, en días tristes como este martes, me acuso a mí misma de torpe. He soñado historias de amor, incluso he narrado historias de amor y lo he hecho, además, con todo lujo de detalles. He añorado una historia de amor en la que la magia no caducara y los detalles llenaran las rutinas. Pero se me olvidó deseármelo con los ojos cerrados y apretados bien-bien-fuerte y, sin embargo, me está sucediendo contigo y, a veces, soy tan torpe que me asusto... y en cuclillas te miro a los OjOs y me doy cuenta de que VOLAMOS JUNTOS, pegadísimos.