martes, 12 de marzo de 2013

Martes nublado o cómo no ser capaz de asumir el amor mayúsculo... EL AMOR MAYÚSCULO

Te ríes cuando te cuento que hace años quería un perro de las praderas y que, tiempo después, me entretuve tirando el dinero tratando de alisar lo que no es alisable en mis cartucheras... Te ríes, cabeceas, me miras y sé que lo que te cuento de mi vida sin ti no es suficiente para que te hagas una idea de cómo era mi cabecita de cristal, soñadora y transparente siempre, y sobretodo llena de mercancía frágil.

Muchas veces hemos hablado del momento en el que nos cruzamos y hemos concluido siempre que antes hubiera sido imposible. Con el tiempo soy más y más consciente de hasta qué punto yo no estaba preparada para algo así... Leía, escribía, hablaba de VOLAR pero no tenía ni idea de lo que eso significa realmente, VOLAR CONTIGO es vivir llena de sonrisas, es apartar a manotazos todo lo que cuestiona mi forma de ser y acceder al mundo por la puerta de la tolerancia.
Quizás por eso, en días nublados como hoy, me entretengo pensando que en mi afán por conseguir mi licencia de vuelo, la inexperiencia me llena de pánico porque conozco cómo es esa existencia pedestre y no la quiero.

Quizás por eso, en días tristes como este martes, me acuso a mí misma de torpe. He soñado historias de amor, incluso he narrado historias de amor y lo he hecho, además, con todo lujo de detalles. He añorado una historia de amor en la que la magia no caducara y los detalles llenaran las rutinas. Pero se me olvidó deseármelo con los ojos cerrados y apretados bien-bien-fuerte y, sin embargo, me está sucediendo contigo y, a veces, soy tan torpe que me asusto... y en cuclillas te miro a los OjOs y me doy cuenta de que VOLAMOS JUNTOS, pegadísimos.

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