viernes, 28 de noviembre de 2008

Palabra clave: Intuición

La intuición tiene forma de flecha de dirección única que indica el camino hacia el caparazón.
¿Tendrán algo que ver el caparazón y el corazón?
Lo tienen todo que ver.
Hace frío.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Breve diccionario emocional del día de hoy

Quietud: Momento breve (y leve) en el que todo está y está bien. Si se prolongara, se convertiría en rutina y perdería la magia.

In-quietud: Preludio del caos.

Caos: Momento lento (y denso) en el que todo se mueve y pierdes el equilibrio. Si se prolonga más de lo humanamente sostenible / soportable, puede devenir en locura.

Velocidad: Intrínsecamente relacionada con el estado emocional del sujeto que conduce.

Yo: Inquieta. Asustada. Expectante.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Aunque pueda evitar pensarlo...



no puedo evitar sentirlo.
Hace muchísimo frío fuera
y se está extendiendo
por dentro, dentro, muy dentro.


El termómetro marca 2 grados
pero la sensación térmica es
de - 5º.

Las cimas cubiertas de nieve
añoran las tardes de verano
en Tirso de Molina.

Los labios amoratados,
el calor de los besos
que te llevaste,
mientras la tensión de las palabras
que no pronuncié
arde en mi garganta
y el vaho de mis cuerdas vocales
cubre el espejo
en el que ya no te ves.


Y mis manos,
mis manos viven inertes
en los bolsillos de mi abrigo
desde que fueron desalojadas
de tu cuerpo.

Se está extendiendo
por dentro, dentro, muy dentro.
Hay pronóstico de nieve
para este fin de semana.

La lluvia trae nostalgia, siempre,
¿qué trae la nieve?
Tardes de glühwein y manta,
de chimenea y libros pesados,
de esos que sólo pueden leerse en casa.
Y nostalgia, claro, siempre...
Nostalgia del sol isleño
y del calor humano soriano.





martes, 25 de noviembre de 2008

De par en par

Hace frío. Las esqueléticas ramas hacen de repisa a los primeros copos de nieve. Los tejados helados acogen las vidas deformes de aquellos que dicen saber adónde van y de dónde vienen. Las nubes rosadas no dejan ver las cumbres nevadas y las aves emigraron hace días hacia tierras más amables.

Se dejó la puerta abierta y, sin percatarse de ello, se coló la única corriente de aire cálido que corría por la ciudad. Al volver a casa, cerró la puerta tras de sí y la corriente quedó atrapada en aquella sala a medio amueblar, sin cortinas aún, sin fotos, con los cuadros apoyados contra las paredes... Durante unos días hizo su vida normal, la calidez de la corriente apenas le incomodaba. A veces se sentaba a su lado en el sofá mientras él hablaba por teléfono, otras le acompañaba a la cocina mientras hacia el café y le soplaba besos en las mejillas, por la noche le calentaba los pies al quitarse los calcetines para meterse en la cama... La cama llevaba años vacía de ella ... e incluso de él. La corriente comenzó a hacerse algo familiar para él. Entraba en casa y esperaba su saludo al quitarse el abrigo. Su olor le volvía loco, sobretodo cuando acababa de entrar en casa y su nariz había respirado demasiada contaminación... La corriente le regalaba su olor fresco y le transportaba a su infancia.

Llevaba tiempo conviviendo con ella y pensaba que siempre estaría. Se había acostumbrado y le gustaba. Sin embargo, aquella mañana de sábado se dejó la puerta de par en par cuando bajó a recoger el correo y ella se fue. Y le dijo adiós soplándole la nuca cuando él estaba sacando las cartas del buzón, pero él no lo notó... Estaba absorto en la lectura de aquella carta que por fin había llegado, después de años. Aún reconocía la letra de la que durante tantos años ocupó el lado izquierdo de la cama.

Al entrar en casa notó levemente su ausencia pero seguía absorto descifrando letras. Fue por la noche cuando comenzó a echarla de menos, se quitó los calcetines y sus dedos se encogieron de frío... ¡No estaba! ¿Dónde estaba? La buscó por encima y por debajo de la cama. La buscó entre el abrigo y la bufanda. La buscó en el sofá donde siempre se sentaba y en la cocina donde solía esperarle. ¡No estaba!

Se asomó a la ventana y la vió... La vió al otro lado del cristal, esperando para entrar...

Le habían abierto la vida de par en par y no se había atrevido a nada más allá de él.

Domingo trasnochado / Lunes desvelado

A ella:

"Busca en tu cama, en tu sofá, en tu armario, en tu cocina... en algún rincón de tu casa (y tu vida) he dejado mi ilusión y ahora me cuesta seguir".

Su respuesta:

"La encontré, Meli, la encontré abrazada a la mía, me dijeron que juntas habían econtrado consuelo y, pletóricas, cotorreaban de nuevos caminos. Andele... bona nit".

No me queda otra opción que sonreír...

Y, mientras, te despierto en mi domingo trasnochado y tú me despiertas silenciosamente, en tu lunes de desvelo.

¿Qué sucede? Nada. Hay noches sin luna que son mágicas igualmente.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Mi bipolaridad

Me dice el hada morada que ayer hablaron de bipolaridades y automáticamente me identifico y comienzo a analizar las mías, con las que irremediablemente convivo porque no me queda otra, no porque quiera.

¿Por qué Madrid me atrae y me repele por igual? ¿Por qué Palma me atrae como un imán? ¿Por qué traslado los domingos otoñales al sofá de Noe y me siento como en casa a pesar de no llevar ni 24 horas allí? ¿Por qué aquí no me siento nunca en mi sofá y huyo al de Patricia?

¿Por qué hay aviones que llegan siempre con retraso y te dejan sola en el aeropuerto, abandonada a las miradas y vidas de la gente que pasa? ¿Por qué cuando necesitas taxi no aparece y, cuando no lo necesitas, hay tantos y tan variados? ¿Por qué a veces siento que se acelera la vida y otras, muchas, siento que estoy en un eterno stand by? ¿Por qué solucionar mi stand by implica moverme de lugar? ¿Por qué me empeño en desordenar?

¿Por qué tengo miedo precisamente ahora?

¿Por qué puse todas mis cosas en el equipaje de mano salvo el tarro de los sueños?

¿Por qué estoy allí pensando en lo de aquí y vuelvo aquí llorando lo de allí?

¿Por qué no siento que pertenezco al lugar donde llevo ya casi cinco años y, sin embargo, pertenezco a ese sofá recién estrenado?

¿Por qué ahora?

Ahora, no, ahora no puede desordenarse todo... No tengo tantas fuerzas.

El caos o la calma... Ni lo uno, ni lo otro, si no la mezcla eterna de ambos.

Me dice el hada morada que quizás temo a que se vayan otros antes que yo y por eso huyo yo... me muevo yo antes de que el movimiento de los demás descoloque el tablero. Quizás tengas razón, quizás tengas tanta razón que deba digerir tus palabras.