Suena un grito en el pasillo.
Como hormigas, salimos de los despachos preguntándonos
qué le pasa a Juan...
Grita.
Grita mil veces seguidas...
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Nopuedesernopuedesernopuedesernopuedesernopuedeser
nopuedesernopuesernopuedeserrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!!
Es.
Está pasando.
Lo estamos digiriendo.
Amaneció al lado de su amor de toda la vida
y, cuando lo tocó,
estaba muerto.
Ella, una mujer inmensamente feliz, bella y enamorada
en su pleno apogeo...
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Lo repetimos mil veces cada día, hay que sonreír, reír, ser feliz con quienes nos hacen felices, hacer felices a los demás, hay que VOLAR. Sin embargo, nos dan un soplido y perdemos el rumbo, nos negamos la felicidad, nos escupen a la cara risas y las negamos, nos encerramos en jaulas de crital inventadas... Nooooo. No lo voy a dejar para mañana. Ya van muchas bofetadas en la cara. A mi no me asustas, Vida, pienso salirte al encuentro ahora mismo.
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