domingo, 18 de abril de 2010

Dejaste las cortinas de mi piel corridas, mi boca entreabierta y mis piernas dibujando aún el hueco de tu cuerpo, sobre el colchón quedó marcada tu silueta y en el aire un hueco que surco una y otra vez, como si de una puerta al mundo de los sueños de piel se tratara, para no echarte tanto de menos, para invocar todo lo que somos juntos, para no olvidar que hay kilómetros que se recorren con las yemas de los dedos una y otra vez, inagotablemente, para borrar la distancia y transformarla en anécdota, para desalojarla de esta historia que ocurre a unos cuantos palmos del suelo.

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