Transitábamos Madrid silenciosamente rozándonos las puntas de los dedos en cada paso, era la cuenta atrás hacia una despedida más (y, también, menos), cuando de una trompeta desafinada sonó La vie en rose. Me dicuenta de lo feliz que me hace sentir tu roce cuando mi mano te busca, aquí o en lugares lejanos llenos de olores, sabores y anécdotas.
De regreso... deseando que el OtOñO rebose de ilusión nuestros OjOs y nos sorprenda desnudos pisando hojas y comiendo pastel de ciruelas.
¿el infierno son los otros?
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El gato era pequeño. De tan pequeño, podríamos asegurar que sólo tenía
cabeza. Ni tronco ni extremidades, sólo cabeza. Estaba hambriento, era
evidente, s...
Hace 3 semanas
1 comentario:
se te echaba de menos :)
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