sábado, 21 de enero de 2012

Desde el sofá rojo

A veces mi vida reposa sobre este sofá rojo, las veces son pocas porque padezco de algún síndrome de esos que tanto se nombran ahora, que me impide sentarme y descansar, sentarme y pensar, sentarme y leer o escribir. No enciendo la luz, me basta con la que desprende la vela de vainilla, y la que entra por la ventana de este primero de balcones azules orientado al sur al que vagamente llega el sol de enero. Mientras terminas de ducharte, repaso mentalmente la cantidad de cuentas atrás que me ocupaban hace poco menos de un año y me pregunto en qué andaba yo ocupada cuando las mañanas de sábado estaban vacías de ti. Recuerdo encuentros con unas y otros, paseos largos por el Retiro, mañanas ordenando y limpiando... lo recuerdo sin añoranza, que es la mejor forma de recordar.

Desde el sofá rojo recordamos los viajes ya compartidos, rememoramos aquellos en los que el otro no estaba... y es en esos precisamente en los que debo detenerme y saborear los detalles, buscar y rebuscar las palabras que te hagan vivirlo por mis ojos y mis manos... los otros, los compartidos, están guardados en cada una de nuestras memorias, a veces una a imagen y semejanza de la otra, otras veces cada una tiene su recuerdo.

Desde el sofá rojo planeamos nuestro siguiente movimiento...

No fue rojo porque lo eligiéramos, si no porque alguien tuvo la generosidad de ofrecérmelo hace tiempo. Pero lo cierto es que nos encanta el rojo y que aquí reposamos cada día al volver de la rutina y aquí trazamos nuestros sábados y domingos a la orilla de un café y una tostada recién hechos.

¿Terminas? Voy a cerrar un ratito los ojos antes de lanzarnos a la calle hoy... voy a cerrarlos y a contener este momento de calma. La semana fue complicada y este segundo es un regalo.

1 comentario:

Veneguera dijo...

Cuánta calma desprenden estas palabras:)