viernes, 13 de marzo de 2009

La puerta que nunca abrí

Tras la puerta que nunca abrí hay una mujer alta, morena, robusta, noble, seria, ... una mujer de mirada ausente cuyas manos y mandíbula tiemblan continuamente, puesto que padece de parkinson... parece que la vida le hubiera traído esta enfermedad para impedirle besar y acariciar... o quizás para que se disimule su incapacidad para besar y acariciar...

Sé que dejé de abrir esa puerta porque me cansé de que esa mujer no me sonriera, no me dedicara tiempo ni mimos... me cansé de que estuviera ausente...

Ayer abrí la puerta y allí la encontré, esperándome para abrazarme y contarme quién es y por qué es como es... Desde anoche me acompaña y me cuenta su historia, que es el comienzo de la mía...

1 comentario:

Veneguera dijo...

Y qué manera más bonita de hacerla presente y darle un lugar, que haciendo lo que ella no pudo hacer, construyendo como ella construyó...