miércoles, 4 de febrero de 2009

Confesión de miércoles invernal

"Por la noche, desde la humilde morada donde me has ubicado,
en la franja que separa a una y otra almohada,
velo por tus sueños.
No te arropo porque sé que no lo necesitas.
No te abrazo porque son cortas mis patitas.
No te lamo la oreja porque son demasiado pequeñas y poco peludas
para mi gusto
(no me ponen nada de nada).

Por la mañana te veo desperezarte
y me conozco de memoria tu rutina.
Cuando metes la llave en la cerradura
para pensar, ilusoriamente, que te vas
y todo queda en calma,
comienza mi doble vida.

Me aseo,
acabo el poco café que tú dejaste en la taza
y me voy a trabajar.
Siento que tengas que enterarte así
de que, en tu ausencia, no cuido la casa
si no que tengo mi vida.
Trabajo como modelo
en un escaparate
sito en el cruce de Goya con Conde de Peñalver,
al lado de mi inestimable socia-colaboradora
Dña. Rosita.
Cojo el metro para ir y venir a trabajar,
ficho como cualquiera,
hago mi pausa a mediodía como todos
y llego a casa agotadísimo como unos y otros.

Decidí hacer vida más allá de ese canal
después de ver Toy Story, Toy Story II
y la reposición de 101 dálmatas en la segunda.
Un cúmulo de sensaciones, pensamientos,
agobios, tristezas
y necesidades carnales
me impulsaron al mundo exterior.
Sé que me entenderás. Mientras tanto,
te diré, que a tu lado se duerme fenomenal
y que no me gustan las gramineas nocturnus,
su perfume me produce una alergia horrorosa.
B.".


(Yo sólo hago de portavoz).

No hay comentarios: