miércoles, 5 de agosto de 2009

Primer sentido: El tacto

Hasta tal punto llegó su obsesión por tener el tacto del otro continuamente que decidieron intercambiar sus manos izquierdas antes de despedirse.

Ante la imagen dantesca, ante aquellas manos izquierdas que no pertenecían a los cuerpos que las lucían, las gentes de uno y otro lugar no entendían nada y ellos, los dos, se reían y se prodigaban mil caricias con el tacto del otro.

No sería lo último que intercambiarían. A las manos izquierdas, les siguieron los labios inferiores, las puntas de la nariz, los párpados derechos, centímetros de las pieles que cubrían sus columnas de norte a sur, los lóbulos izquierdos, trozos de paladar, pezones, surcos de sus ingles, círculos alrededor de sus ombligos, lunares, ...
Un día se miraron y no supieron distinguir dónde acababa uno y dónde empezaba el otro.
Ese día fueron felices.

No hay comentarios: