sábado, 17 de enero de 2009

Decirte adiós

Ayer alguien me preguntó quién soy y al explicarlo acabé hablando de ti.
Quien me lo preguntaba apenas me conoce, aunque es evidente que tiene
ganas de cuidarme a través del Hada y le interesa lo que guarda mi alma,
en segundos se dió cuenta de que ocupas tanto que, inconscientemente,
tapas otras cosas. Me dijo que tenía que decirte adiós y se me encogió el
corazón... Me fui pronto a casa porque quería que sus palabras reposaran
sin alcohol en mi cabeza y necesitaba soñar contigo... ¡y digerir!
Hoy me desperté pronto porque quería pasear durante horas por el Retiro
y observar la huella del frío enero en los árboles esqueléticos... observar
como lo hacías tú y como tú me enseñaste. Cuando salía de casa hacía frío
y el cielo plomizo pesaba sobre mi corazón. A media mañana ha salido el
sol y he comenzado a despedirme. No sé si necesitaré un post, dos horas,
tres días o mil pero he comenzado... y me dueles otra vez pero todo el dolor
que procede de esta herida con sangre congelada acaba sanándome.
Despedirme de ti no significa olvidarte,
no significa negarte,
no significa dejar de admirarte,
no significa dejar de profesarte este amor gigante,
no significa no echarte de menos...
significa colocarte,
dejar de buscarte,
dejar de exigir a otras personas que te contengan,
vivirte desde dentro,
celebrar las semillas que sembraste en mi,
darte las gracias por lo bien que lo hiciste...
Despedirme de ti desde la necesidad profunda
e incontenida que tengo de tu abrazo caliente...
Gracias por 20 años maravillosos de AMOR.

1 comentario:

Lostnilwen dijo...

He bautizado a esto como el efecto Petreli :) Un besazo, cuidate la pena